La presencia del Ejército en Canarias puede sostenerse en que está ligado consustancialmente con la propia conquista de nuestras islas. El rey Felipe II, ante los incesantes «tambores de guerra» que en conato amenazaban los enemigos, especialmente los ingleses de la Corona española, se decidió por enviar a Canarias al primer Capitán General. D. Luis de la Cueva y Benavides, tomando como lugar de residencia la isla de Gran Canaria allá por la primavera de 1.589.
Casi dos siglos más tarde, en 1792, el General Gutiérrez creó el Batallón de Infantería que unido a los Regimientos de Milicia de la Laguna, Garachico, Güímar y La Orotava, sirvió de contraofensiva para rechazar el desembarco del Almirante Nelson el 25 de Julio de 1797, y así evitar la toma de conquista de esta tierra a manos del Almirante y su Marina Británica.
Otro Capitán General, que destacó por su hidalguía y extraordinaria labor en beneficio de la población civil, fue el añorado D. Francisco García-Escámez e Iniesta. Hoy le honra en todo merecimiento el que una barriada santacrucera lleve su nombre. Y del que nos tememos, que estos que hacen piña y puño en alto «ayatolas» Podemistas, se les ocurra en cualquier momento de ralea mental, pedir la abolición o retirada de su honroso nombre-placa, a esa su modélica obra. Porque están poco menos que con la escopeta cargada, para memeces y gilipolladas que en nada arreglan nuestros verdaderos problemas.
Hoy en día nuestro Ejército, ejerce tiempo de bonanza, destaca en esas misiones de salvamento y socorrismo, catástrofes incluidas; ofrece a nuestros jóvenes de manera voluntaria a vestir su uniforme y pagarles por ello. Y permanece expectante y vigila ante posible e hipotética amenaza que pueda originarse en nuestra tierra, y sin descuido o expectante velando por lo que pudiera darse a escasas millas de nuestras costas…Lo que no es poco.
Por todo lo dicho, y lo que se nos queda en el tintero, nuestro Ejército a día de hoy se tiene ganado el respeto y la admiración de la mayoría de españoles; la soflama, la perorata y arenga, que en perla vichada ha venido a soltar a «quemarropa la diputada de «los morados» que encabeza el titular, proponiendo abandone o se vaya el Ejército de nuestra tierra, antes, o primero, cabría decirle a la atrevida diputada Piti, que salga pitando Ella y nos deje con nuestro Ejército del que nos sentimos orgullosos y honrados con su presencia. En lugar de dedicarse dar cumplimiento a lo prometido a quienes depositaron su confianza en las urnas, como en trapecio del más difícil todavía, les da por los numeritos, los pollos y las salidas de galaxias.
No sé porque nos da, pero mucho me temo que esos votantes que se inclinaron por la papeleta «morada» (Podemos) a pie de urna; a la vista de las ocurrencias y desvaríos que se suceden en «sus promesas», elegidas, eso, que dudo estén de éxtasis y jubilosos ante semejantes «tiradas al vacío», como en el caso que nos ocupa y ha propiciado la diputada Meri Pita.
Como les gusta chupar de «primera plana». Claro, a falta de dar trigo, la trinchera debe ser las ocurrencias, disparates y lo que no está escrito. De Aurora Boreal.
Joseptenerife