Pasando de todo por Sanxenxo: Exhibición impúdica

Cuando Tom Sharpe escribió su libro, puso en el centro de sus críticas a la anquilosada, vetusta e inútil estructura social de un mundo decadente y me temo que lo que hoy se vive en Galicia se asemeja mucho a esa Pretoria de Sharpe; a esos tipos obnubilados por el rancio abolengo, las clases sociales y impunidad de los escasos “ellos” frente a la vulnerabilidad de los numerosísimos “demás”.

El llamado Rey Emérito se pasea entre las multitudes de Sanxenxo con la sonrisa puesta, agarrado a su bastón y dando un mensaje claro, nítido y sólido: paso de todo. Este señor no es inocente ni mucho menos, este señor no está en el trullo por dos motivos: o sus comprobados delitos han prescrito o, gracias a una protección constitucional -nunca pensada para encubrir o disculpar delitos comunes-, no puede ser juzgado y condenado por otros delitos también claros y comprobados. Eso, por lo menos, es lo que yo deduzco de la sentencia que se dictó en su día para echar tierra a tan desagradable asunto.

Juan Carlos de Borbón y Borbón ha acabado por confirmar punto a punto, la negra historia de esta familia dedicada, como misión fundacional de sus afanes, a esquilmar a España sin darle tregua ni respiro. Juan Carlos no ha necesitado de grandes masas republicanas para dejarle la institución hecha unos zorros a su hijo, al que supongo subido por las paredes de La Zarzuela contemplando el bochornoso espectáculo protagonizado por su padre.

Entiendo, y lo entiendo de forma generosa, que a lo más que podría aspirar Juan Carlos es a una muerte lejana y silenciosa en el exilio dorado donde es acogido por gentes de su misma catadura moral y a una incineración más discreta todavía, que ya se sabe que una urna de ceniza es más fácil de escamotear que un ataúd, pero me temo lo peor: tendremos  funeral de estado, entierro en El Escorial y toda clase de parafernalias, que ya se sabe que España entierra muy bien.

Decía el tango algo que podría cuadrar bastante bien a este desvencijado, trasnochado y descolado “mueble viejo”:

Ahora, cuesta abajo en mi rodada
Las ilusiones pasadas, yo no las puedo arrancar
Sueño con el pasado que añoro
El tiempo viejo que lloro y que nunca volverá
Si arrastré por este mundo
La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser….

Sólo añadir que me dan pena y un poco de vergüenza esas demostraciones de apoyo y esos aplausos que sólo vienen  a confirmar la postura permisiva, laxa y nociva de este país frente a la corrupción: seguimos sin castigar socialmente a estos chorizos que destrozan, pudren y corrompen hasta el tuétano a nuestro tejido social.

No cambiamos, por desgracia

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
Translate »