
Hacía mucho tiempo que tenía pendiente esta entrevista. Muchas veces habíamos hablado de cuestiones vinculadas al folklore o a la décima, elementos ambos en los que Miguel Ángel Hernández ha trabajado como investigador y reconocido especialista. Pero quizá la falta de tiempo o sus labores como primer edil del Ayuntamiento de Valle Gran Rey no nos permitieron hacerla con anterioridad. Me interesaba, sobre todo, conocer a la persona más que al alcalde, cuya labor -digamos- es más visible, pero, ¿quién es Miguel Ángel? Aquí la entrevista más personal.
Conocemos a Miguel Ángel Hernández alcalde pero, ¿quién es Miguel Ángel persona?
Bueno, definirse a uno mismo es complicado, me considero una persona normal, con inquietudes sociales y culturales, que puntualmente está ocupando un cargo público, de servicio a los ciudadanos. Que procura, lo que todo el mundo, supongo, que es intentar ser feliz en la medida de lo posible.
No soy especialmente extrovertido y a veces algunos lo confunden con distancia hacia los demás, pero sí me que me gusta compartir y estar con la gente. Lo que sí soy es una persona seria; si me comprometo en algo es para trabajar con seriedad y honradez por ello, eso sí.
Quizá uno de los elementos que más se identifiquen contigo sea la chácara y el tambor. Es fácil encontrarte en cualquier procesión con estos instrumentos. ¿Qué significa el folklore para ti?
Practicar el folclore de La Gomera es algo que he hecho siempre y en las procesiones es uno de los marcos en donde es posible hacerlo. Lo hacía antes como ciudadano de a pie, por así decirlo, y lo he seguido haciendo como cargo público. Hay quien lo critique, está en su derecho, pero yo me siento orgulloso de nuestro folclore y no veo que deba renunciar a ello. El folclore de Tambor arrastra una larga tradición de marginación por parte de un sector de la sociedad que ha intentado hacerlo ver como algo de “magos” en plan despectivo. Yo me siento muy orgulloso de practicarlo y de ser un” mago” también.
El folclore para mí representa una conexión con nuestro pasado, un hilo, que no una cadena, que nos conecta con los que otros sintieron y disfrutaron en otros tiempos. Algo así como llevar las raíces como equipaje.
El folclore también significa libertad, como decía el pie de romance que cantaron los pastores del Alto cuando les obligaron a retirar el ganado del monte: “Son las cabras nuestras madres / y el alcalde nuestro padre” o uno que se cantaba en tiempos de la República: “Viva la Federación Obrera / que es quien manda en La Gomera”.
El folclore también es amistad y compartir aprendizajes y formar personas libres. Recientemente celebrábamos el catorce aniversario de la fundación de “Chácaras y Tambores de Guadá” el colectivo al que pertenezco.
Otra gran ventaja del Tambor y las Chácaras es que es un folclore participativo, en la medida que permite que la gente se integre con diferentes grados de conocimiento del mismo, es decir, se puede tocar, bailar, o simplemente responder, o acompañar. No es un folclore elitista, su fuerza reside en lo colectivo, en la globalidad del conjunto, no un determinado solista ni elemento en concreto. Al menos yo lo veo así. Y en esto radica una de sus fortalezas y que se siga practicando con naturalidad. Siempre habrán otras manos para tensar nuevos tambores.
El folclore desde luego es algo cambiante, los gustos de la sociedad también los son, pero en el sonido de los tambores y las chácaras, en los romances, en el baile, hay algo de permanencia atemporal, de conexión, que hace que cuando empiecen a sonar te entre esa jiribilla.
En tu labor docente siempre te identificaste por la búsqueda de proyectos educativos que relacionaran al alumnado con el conocimiento de patrimonio, las tradiciones y la historia. ¿Podrías hablarnos de algunos de estos proyectos?
La idea central parte, como en tantas cosas, de la propia figura de Pedro García Cabrera y esas coplas populares que dicen: “A la mar fui por naranjas/ cosa que la mar no tiene./ Metí la mano en el agua/ la esperanza me mantiene”. Básicamente se trata del convencimiento de que la mar está llena de naranjas y las utopías aún son posibles.
Los proyectos que hemos desarrollado en el IES Poeta García Cabrera, en Vallehermoso, no sólo intentan acercarnos al conocimiento del patrimonio, sino que incluyen aspectos como el medioambiente, la educación artística, los valores solidarios y que llevan aparejados también metodologías de trabajo diferentes, basadas el aprendizaje cooperativo.
El objetivo último que pretendemos alcanzar es el formar ciudadanos libres en sociedades democráticas, que ejerzan sus derechos y cumplan sus obligaciones con responsabilidad y que el Centro educativo sea un lugar integrador de aprendizaje para la comunidad educativa y un referente del que sentirnos orgullosos.
Resulta complicado centrarnos en trabajos concretos pero destacaría nuestro primer proyecto patrimonial, y que supuso el pistoletazo de salida allá por el curso 2005/06, “Puesta en valor del yacimiento arqueológico acceso al pescante de Vallehermoso” con el que participamos en el ya extinto “Proyecto de Educación Patrimonial” que organizaba la Consejería de Educación. A partir de ahí, llegaron en el curso 2006/07 “Casa Museo Pedro García Cabrera” y en el curso 2007/08 el proyecto “El pescante de Vallehermoso” (Centro de interpretación patrimonial y Recuperación de un Edificio Histórico).
Especialmente orgulloso me siento también de dos proyectos que fueron seleccionados a nivel del estado en el concurso “Jóvenes Investigadores” organizado por el Ministerio de Educación y Ciencia, y con el que tuvimos la oportunidad de viajar a la península y compartir experiencias con otros centros educativos, como fueron: El “Estudio medioambiental del barranco de Vallehermoso (curso 2008/09), y “Chijeré: luchando contra la erosión y el olvido” (curso 2009/10).
Aunque sin duda, de lo que más nos sentimos orgullosos toda la comunidad educativa de Vallehermoso es del premio del Consejo Escolar de Canarias en el 2011 por nuestra labor educativa.
Uno de los proyectos más interesantes que hemos desarrollado es el Aula de Folclore, del que estamos pendientes publicar próximamente un trabajo que llevará por título “En la mar sí hay naranjas” consistente en un CD de audio y un DVD con materiales didácticos sobre el folclore de Tambor, que pretende ser el producto tangible de un proyecto educativo que traspasa los límites de lo meramente curricular para viajar a través de las vivencias y las emociones, algo que conecta muy bien con el espíritu de nuestros proyectos educativos.
Tu abuelo fue, quizá, el poeta de lo popular más conocido o, al menos, de los más recordados, D. José Hernández Negrín. ¿Qué podrías contarnos sobre él y su legado?
Cuando me preguntan esto siempre recurro a una décima que improvisó muy abuelo en Cuba, cuando en una canturía se presentó un afamado poeta mulato cubano y preguntó que dónde se encontraba ése que llamaban el “cantor gomero” (hablamos de la década de los años treinta del siglo pasado). Entonces mi abuelo se presentó y le cantó:
Soy José Hernández poeta,
poeta Hernández José,
al derecho y al revés
una persona completa.
El que conmigo se meta
debe vivir preparado.
Yo vivo garantizado
en las reglas de cantar,
el que lo quiera probar
yo camino por lo chapiado.
Mi abuelo (1886 – 1955) perteneció a una generación de gomeros que repartió su vida entre La Gomera y Cuba, fíjate que allí pasó un total de 32 años repartidos en varios períodos. Como tantos canarios trabajó en el campo: en ingenios azucareros y plantaciones de tabaco. Pero también conoció horizontes más amplios que los que La Gomera podía ofrecer y es allí donde se cimentó su afición a versear y tocar el laúd.
Para mí, recuperar su legado me llevó, grabadora y cuaderno en mano, a bucear en nuestra tradición oral y a hablar con muchas personas, no sólo en La Gomera sino también en Tenerife y La Palma. Una especie de reencuentro con tus raíces, para así poderlas luego compartir con el resto y no dejar que la huella, no sólo de mi abuelo, sino de otros poetas populares de La Gomera, se desvaneciera en el tiempo.
Además con la satisfacción de no haber encontrado entre los que le conocieron nadie que no lo recordara con profundo cariño y admiración. Sólo era decir que era nieto de José Hernández, y ya se me abrían todas las puertas.
La décima es quizá por excelencia el verso popular de La Gomera y tiene una especial significación en Valle Gran Rey, ¿a qué crees que se debe?
Pues no lo sé, porque los condicionantes históricos son los mismos que en otros lugares de La Gomera. Tal vez se deba a que se han sucedido en el tiempo unas generaciones de grandes poetas, además de José Hernández, está Manuel Rolo, Manuel Roldán, Manuel Navarro…. Sólo por citar algunos de los más significados. Eso va creando una tradición. Forman parte de la memoria colectiva.
De hecho, hoy en día, pese a que la tradición de los puntos cubanos sólo sea una sombra de lo que fue, la décima se sigue practicando y la sociedad la sigue considerando como una forma máxima de expresión poética. A modo de ejemplo, en los Descansos en los barrios, en las salidas, tanto de la virgen de Los Reyes, como la de Guadalupe, la inmensa mayoría de lo que se le recitó fueron décimas. O cuando se quiere hacer crítica de algún suceso, como el desgraciado incendio de agosto de 2012, se sigue recurriendo a la décima como forma de expresión, porque es lo que llega a mayor cantidad de gente.
Uno de tus intereses ha sido el estudio de la historia y el folklore gomero, con especial incidencia en Valle Gran Rey. A nivel de hitos, quizá la ermita de los Santos Reyes sea el eje vertebrador a nivel patrimonial del municipio. ¿Qué nos puedes contar sobre ella y el valor patrimonial del municipio?
Más que la ermita en sí misma, pues el lugar de culto ha conocido varias ubicaciones a lo largo de la historia, o incluso que la imagen de la virgen que es relativamente reciente (1924); el elemento vertebrador lo constituye la devoción por los Santos Reyes y en especial el Cuadro, que constituye, sin duda, el elemento más valioso de nuestro patrimonio artístico.
Prueba de su importancia es la anécdota que se cuenta de cuando la primera procesión, en que se saca la imagen de la Virgen de Los Reyes, el 6 de enero de 1925, se decide que vaya en primer lugar en procesión y detrás el Cuadro y, según cuentan, se desató un temporal tremendo nada más salir de la iglesia, motivo por el cual todos entendieron que se debía a la afrenta de que el Cuadro no encabezara la procesión, como se había hecho durante siglos. Motivo por el cual, una vez descampó, salió la procesión con el retablo delante y la nueva Virgen detrás y se le cantó el pie de romance: “Qué bonito cuando sale / la hija detrás de la madre”. Y ya no llovió más.
En cuanto a los valores patrimoniales del municipio, siguen siendo un gran desconocido y falta mucho trabajo por hacer, primero para conocerlo (catálogos, inventarios) y luego para protegerlo, divulgarlo y ponerlo en valor. El patrimonio de Valle Gran Rey, y en general el de La Gomera me atrevería a afirmar, ha sido muy maltratado.
Para mí, la reflexión que debemos hacernos tanto como cargos públicos como ciudadanos es la que ya se planteaba en un artículo titulado “De Hupalupo a la Wamampy” que venía a decir: “¿Qué estamos haciendo que dejamos caer lo que nuestros antepasados fueron creando?, ¿qué queremos ser si perdemos el patrimonio que explica lo que fuimos? Si ningún edificio sólido puede sostenerse con malos cimientos y sin columnas, tampoco lo puede hacer ninguna sociedad”.
Para mí el gran olvidado es, sin duda, el que se conocía como “convento de los frailes” en Arure, en las Casitas. Hoy, en ruina, no hay testimonio oral ni documental que lo recuerde, tan solo un halo de leyenda. ¿Qué nos podrías contar sobre esta cuestión?
Pues como tú mismo dices, se sabe muy poco de ello. La tradición dice que existió en Arure un convento franciscano y que fueron ellos los que fundaron la ermita bajo la advocación de San Nicolás de Tolentino en los comienzos del siglo XVI. Por otro lado San Salvador también es una advocación vinculada a la orden franciscana y como hipótesis puede suponerse que fueron ellos quienes la instaurasen. Además, el mismo Guillén Peraza era gran devoto y portador él mismo del hábito franciscano.
Algunos vecinos de la zona, aún se acuerdan cuando a principios del siglo pasado fue transportada desde el convento la pila bautismal que se encuentra en la nueva Iglesia con la advocación de Nuestra Sra. de La Salud. De hecho hasta hace unos años existía un edificio que conservaba su nombre, de arquitectura noble, dada por la altura de sus paredes, enmarcado de puertas y ventana (dinteles y jambas) con piedra finamente tallada, así como una cornisa de acabado redondeado del mismo material. La imagen, hace ya unos años, de una pala mecánica introducida dentro del nombrado convento, demoliendo las paredes y empleando el material resultante para hacer una muro de contención para así ampliar el solar para una nueva construcción, desgraciadamente es la imagen más sangrante de la falta de respeto por nuestro patrimonio.
Fuente: La Voz de La Gomera