La medalla falsa de Urdangarín

Domingo Sanz: Nacido 1951, Madrid, Ciencias Políticas. Cárcel y todo eso, 1970-71. Licenciado en 1973. Director comercial empresa privada industrial hasta de 1975 a 1979. Traslado a Mallorca. de 1980 a 1996 gerente y finanzas en CC.OO. de Baleares. Actualmente jubilado pero implicado, escribiendo desde verano de 2015. _____________________________

Leo en la prensa de Mallorca que el Govern Balear ha decidido, por primera vez en la historia, retirar a un galardonado la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma. Tal “privilegio” le ha correspondido a Iñaki Urdangarín, a quien se le concedió en 1998, pocos meses después de su boda con la Infanta y siendo presidente uno de los delincuentes habituales del PP, en este caso el que también fuera ministro de Aznar, Jaume Matas. Alguien que, como es sabido, coincide de nuevo con su ex galardonado para disfrutar un tiempo a la sombra que, como siempre, pagaremos los contribuyentes, incluidos los de convicciones irreversiblemente republicanas.

Leo también que, en cambio, el mismo Govern si le mantiene la misma medalla a Cristina, cosa rara al haber quedado probada la implicación de ella, con firma incluida, en el Instituto Noos, esa ficción que junto a Diego Torres amañaron para incrementar su patrimonio con cargo a nuestros impuestos, vendiendo la vinculación a la Monarquía como único activo con el que negociar en el mercado cautivo que se reparten los políticos corruptos. Se justifica el Govern en que ella solo ha sido condenada a devolver dinero, pero tampoco es irrelevante el hecho de que se premió a ambos al unísono y con la entrega de un único metal, por lo que para hacer efectiva la devolución de la del antiguo balonmanista y respetar la de la aún sucesora al trono debería de partirse en dos trozos, quedándose ella con una especie de media naranja amarilla. Tal parece que los del Govern han decidido correr un estúpido velo sobre la idiotez y no le pedirán a la todavía pareja la devolución física de todo el metal precioso, ni de la mitad.

Alrededor de este nuevo ridículo vinculado a la monarquía revolotean cantidad de ironías, pero me limitaré a tres comentarios sin doblez ninguna.

Por una parte, nunca estuve de acuerdo con que las instituciones públicas, que siempre están en manos de políticos pasajeros y sospechosos por definición, puedan conceder galardones a personas. Y si además se conceden a gentes con mucha vida para estropear por delante, resulta indiscutible el riesgo de que el paso del tiempo termine desprestigiando institución y premio.

Por otra, el hecho de que el Govern, para retirar la medalla, haya decidido someterse al mismo reglamento que sirvió para crear el galardón me hace pensar en una actitud cómoda, pues al fundamentarse la decisión en un hecho posterior parecería más lógico y eficaz, de cara al futuro, dictar una nueva norma que sirviera para perfeccionarla, a la vista de la experiencia.

Y, por último, resulta sorprendente que el mismo Govern que está reclamando a un tercero, la Justicia, que el Instituto Noos devuelva los millones que ilegalmente se apropiaron a resultas de la sentencia condenatoria, sea tan timorato con aquello que le compete en exclusiva, cual es lo de retirar también a la Infanta un galardón para el que, en este momento, habría que buscar con lupa las personas que consideran que se lo merece.

Domingo Sanz

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